
Trabajamos donde los Andes y la Amazonía se juntan, entre los departamentos de Cusco y Madre de Dios, en uno de los ecosistemas más ricos y diversos del planeta. Dentro de esta región hay una extensa zona de montaña cubierta por bosques nublados, que va desde los 3200 m.s.n.m, justo por debajo de la frontera con los pajonales altoandinos, hasta los 550 m.s.n.m., al pie de la cordillera. Dentro de este gradiente altitudinal se origina buena parte del agua que alimenta los grandes ríos amazónicos y se producen fenómenos climáticos que mantienen el equilibrio ambiental. Estos bosques albergan una extraordinaria diversidad de especies, muchas de ellas con medios de sobrevivencia asombrosas que aún carecen de estudios. Allí hemos instalado dos estaciones biológicas, así como diversos proyectos de investigación y conservación con comunidades locales.
Nuestro segundo espacio de trabajo se encuentra en el llano amazónico, en el departamento de Madre de Dios. Esta zona está cubierta por un área de bosque de aproximada 8 millones de hectáreas, de las cuales, solo un 3 o 4% ha sido deforestado.
Madre de Dios es, por lo tanto, una de las regiones con mayores áreas de bosques tropicales del mundo, con un alto estado de conservación. Sin embargo, la construcción de la carretera interoceánica en los años 70 y su reciente pavimentación, vienen transformando el paisaje de una manera nunca antes vista. El reciente incremento de la población humana, impulsada principalmente por la minería informal y facilitada por la nueva carretera, están incrementando la deforestación y degradación ambiental en una intensidad y velocidad sin precedentes, devastando una de las áreas con mayor biodiversidad del planeta. En esta región hemos implementado una tercera estación biológica contigua a una extensa área de conservación administrada por nuestra organización, así como numerosos proyectos que forman parte de tres corredores biológicos.